domingo, 6 de noviembre de 2011

A DAY TO REMEMBER + AUGUST BURNS RED+THE GHOST INSIDE+LIVING WITH LIONS

Destroza cuellos. Estas son las dos primeras palabras que me vienen a la mente cuando recuerdo lo sucedido el pasado día 2 de noviembre en la sala Razzmatazz de Barcelona. Básicamente porqué así es como quedo mi cuello (destrozado...) después de una sesión brutal de 'headbanging' amenizadas por dos super bandas del momento como A Day To Remember y August Burns Red. Pero empecemos por el principio, por como empezó este dolor cervical.


Lo cierto es que no llegué a tiempo de ver la actuación de Marvin, los ganadores del concurso de bandas locales para abrir el festival, un concurso que la verdad es que ha creado bastante mal rollo entre ciertas bandas que han intentado conseguir el triunfo por todos los medios. Bueno, vayamos a lo importante: la música.

Living with Lions fueron los siguientes en actuar y la verdad es que dejaron al respetable bastante frío. Cierto es que el sonido fue horroroso, no se distinguían las guitarras ni nada. También se ha de reconocer que la acústica de Razzmatazz no es precisamente la de la Scala de Milán..., pero lo cierto es que parecía que el público estuviera esperando al "next" grupo. Y estos next fueron The Ghost Inside. La banda californiana salió al escenario dispuestos a despertar al público, y bien que lo hicieron. Su hardcore agresivo fue la mejor medicina para revitalizar el festival y conseguir que el mosh y el headbanging hicieran acto de presencia. Las voces guturales de Jonathan Vigil destilaron rabia a raudales y el resto del grupo estuvieron a la altura de lo esperado. Con el ambiente un poco más caldeado, se notaba que los platos fuertes de la noche se aproximaban.



Mientras los operarios estaban preparando el escenario para August Burns Red, de repente apareció un personaje enfundado en una camiseta del gran Messi...y esa persona no era otro que el grandisimo Matt Greiner. El baterista de ABR se ganó al público con este simple gesto, pero lo cierto es que podría cometer el sacrilegio de salir con una camiseta de Cristiano Ronaldo y hasta los más culés se tendrían que rendir ante la calidad de esta bestia indómita.

Se hizo la oscuridad y sonaron las notas de "Everybody's free" de Rozalla, un auténtico hit dance de los años 90. Esa era la señal que marcaba el principio del primer concierto de August Burns Red en España. Apabullante. Así se puede definir el inicio del show de los estadounidenses, con "Composure", uno de sus mejores temas. El doble bombo y ritmos entrecortados de Greiner se unían a las guitarras de Brent Rambler y JB Brubaker de forma perfecta. Jake Luhrs, el desgallitador de Manheim, es un auténtico frontman, animando continuamente y haciendo gestos de complicidad al público. Le siguió "Empire", el tema que abre su último LP "Leveler". El headbanging ya era inevitable. Sabían que no tenían mucho tiempo y decidieron ir por faena.



Los temazos fueron cayendo uno tras otro: "White Washed", "Internal Cannon", "Marianas Trench"... Se aproximaba el final del bolo, pero ABR se guardaron unas buenas armas, dos temas nuevos como "Cutting the Ties", con unos arpegios de JB Brubaker espectaculares y esa deliciosa "Poor Millionare" (por cierto, el tono de llamada de un servidor...). Es imposible tener sangre en las venas y no moverse con el ritmo que destila la batería. Pero cuando se acabo de romper mi cuello fue con "Meddler" y la infernal "Back Burner", todo un himno para sus seguidores y una canción versionada por muchos grupos de la escena.

Y cuando todo el mundo se iría a casa feliz por un gran (pero demasiado corto) concierto, me di cuenta que todavía faltaba el plato fuerte de la noche: A Day To Remember. La multitud de chavales y chicassssss (brutal el tirón que tiene este grupo entre las féminas) con camisetas de la banda de Florida era remarcable. La espera se hacía larga y para amenizarla los responsables de Razz pusieron unos de los himnos más grandes que se han parido en los últimos 10 años: "Chop Suey" de System of a Down. La reacción del respetable fue inmediata y cientos de personas, emulando al gran Serj Tankian, empezaron a cantar la letra. Un gran aplauso sirvió para poner punto y final a uno de esos momentos mágicos que solo la música puede permitir.

Se hizo el silencio, lo que anunciaba la inminente salida de ADTR. Las primeras notas de "Sticks & Bricks", una de sus canciones más duras, sonaron y la locura colectiva era un hecho. Cayó la cortina que tapaba el escenario, mostrando al quinteto de Ocata, mientras cañones de aire disparaban confeti por doquier. La verdad es que su espectáculo cada vez está más elaborado y hasta cierto punto coreografiado. Hicieron un repaso a lo mejorcito de su discografía con hits ineludibles como "All I Want", "All Signs Point to Laudardale", "2nd Sucks" y "Homesick", momento en el que el cantante Jeremy Mckinnon se paseó por encima del público embutido en una gran bola de plástico mientras el guitarrista Kevin Skaff cantaba.

El final se aproximaba pero todavía quedaban dos temas. Después de un breve descanso, Mckinnon y Sktaff volvían al escenario con sendas guitarra acústicas para interpretar la balada "If It Means a Lot to You". Momento mágico, de unión entre el público y en el que Mckinnon aprovechó para dar las gracias a todos los fanes por su apoyo incondicional. El colofón a tal magna fiesta fue el himno "The Downfall Of Us All", esperada durante toda la noche para acabar de soltar toda la adrenalina que podía quedar en el cuerpo después de más de 4 horas de música.

Me gustaría destacar el buen oficio de todo el grupo, pero sobre todo la del baterista Alex Shelnutt. Cuando uno ve a (permitidme la expresión por favor) ese "tirillas" sobre el escenario pocos creerían que sea capaz de aporrear la batería de esa forma, pero si señores, Shelnutt está hecho un portento.

Y así se llegó al final del "Eastpak Antidote Tour", y como decía la principio de la crónica la mejor manera de definir este espectáculo es con las palabras "destroza cuellos". Con todo el cuerpo dolorido me dirigía al metro, pero en ese momento me di cuenta que solo podía pensar en que había disfrutado de un super concierto y que por fin había podido ver en directo de uno de mis grupos favoritos. El dolor quedaba aparcado hasta el día siguiente.